martes, 7 de agosto de 2012

Monseñor Isaías Duarte Cancino, tu nombre resuena

El hoy beato Papa Juan Pablo II cuando se enteró del derramamiento de sangre de Monseñor Isaías Duarte Cancino se pronunció diciendo: Pastor generoso y valiente en el anuncio de la Buena Nueva ha pagado con tan alto precio su enérgica defensa de la vida humana, su firme oposición a todo tipo de violencia y su dedicación a la promoción social desde las raíces del Evangelio.”  

Hoy muchos colombianos recordamos a Monseñor Isaías Duarte Cancino, quien cumple en 2012 una década desde que fue martirizado desempeñando heroica y consistentemente su ministerio sacerdotal y misional. Escribo estas líneas como testigo de que sirvió a la Iglesia con la fidelidad y la valentía de los grandes.

Su misión en la Iglesia y con todos los colombianos, de toda estirpe, raza o condición, fue siempre y únicamente de entrega en Cristo. Su accionar evangelizador respondió siempre a esa lógica religiosa, que para muchos nos es muy difícil entender; y nunca se dejó acercar a la lógica mundana del poder y la gloria. Siempre estuvo iluminado por la fe y animado por la caridad al momento de dar y exigir.

Durante su paso pastoral por todas las ciudades y municipios donde sirvió, fui testigo de su amor por Dios, su amor al construir Iglesia en sitios donde no la había y su amor por sus hermanos afligidos.

Me fue grato verificar con sus fieles, que su caridad se tradujo en inmenso respeto por su ayuda eficaz y efectiva al más necesitado. Su caridad vivida, y lo saben muchos, fue ejercida de manera heroica en medio de la guerra, del odio y de la barbarie incomprensible, que aún pulula en el país. Su entrega era siempre absoluta e incondicional por la justicia y el bien, que como buen pastor lo llevó hasta derramar su sangre.

Tío Isaías sirvió a la Iglesia con amor firme y vigoroso, con transparencia y sabiduría, con la energía y fortaleza de un buen pastor, con la fidelidad y el valor de un mártir. Fue un excelentísimo servidor de la Iglesia y un faro de luz para muchos colombianos que encontramos en él una voz de aliento ante la adversidad del narcotráfico, la ausencia de valores, la pobreza o el conflicto.

Actuó como modelo a imitar y seguir. Con la frente en alto, nunca le tembló su talante para excomulgar criminales, denunciar narcotraficantes, o para exigir rectitud y honestidad en gobernantes o empresarios. Su legitimidad y respeto estaba en el servir a Dios y a los hermanos colombianos con fe y caridad auténtica. En suma, actuó en la lógica del Evangelio, no en la lógica mundana de poder y gloria.

En los binomios de poder o servicio, cobardía o valentía, egoísmo o altruismo, interés o bondad, no tengo duda ninguna sobre las férreas escogencias de mi tío.

Hoy su nombre resuena en lo más profundo de muchos colombianos que lo conocimos y en los que nunca lo conocieron, pero lo siguieron. Hoy le rezan y nuevamente nos duele profundamente su ausencia, pero nos tranquiliza saber que fecundó con su vida la Iglesia.

Tu ejemplo de vida, de entrega hasta el martirio, será para muchos, incluyéndome a mí, un modelo de auténtico de amor por el servicio y de profunda vida eucarística. Cuánta falta le haces a nuestra familia, pero cuánta más a tu Iglesia y a tus hermanos en Colombia. Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe de todos los colombianos.

Querido tío, una década más tarde vuelvo y te imploro que sigas intercediendo por todos los que buscamos lo que tú querías: una Colombia viva, libre y en paz.

-----------------------
La FUNDACIÓN MONSEÑOR ISAÍAS DUARTE CANCINO busca continuar aportando actividades, obras y acciones que de manera creciente sigan en la búsqueda de lo que Monseñor Isaías siempre quiso: una Colombia “viva, libre y en paz”. Conozca y apoye el proyecto DUO: Dame Una Oportunidad.
-----------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario