Diversos estudios demuestran que más del 50 por ciento de las empresas en el país son informales y compiten deslealmente.
La informalidad empresarial sigue siendo el primer problema que habrá de abordarse urgentemente por el Gobierno con soluciones de equidad respecto de la gran carga que ya asume la empresa formal.
Pero hablemos de la otra mitad, la del mundo de la formalidad empresarial y definamos ‘quiénes’ están legitimados para merecer, en equidad durante los próximos 4 años, mejores soluciones de política pública y de institucionalidad más fuerte. ¿Solo la industria o la empresa en general?
Las empresas formales se dividen en 2 subgrupos: (i) las personas naturales, conocidas como comerciantes, que son la mayoría empresarial de Colombia, y, (ii) las personas jurídicas, donde se ubican todas las sociedades comerciales, que son la minoría.
Según las matrículas activas en el registro mercantil en un corte del 7 de julio del 2014, seis (6) de cada diez (10) empresas formales son personas naturales comerciantes. En esa fecha, eran 2.045.209 individuos de carne y hueso que, como personas naturales, asumen una responsabilidad a título personal en la actividad económica que ejecutan, siendo el grupo de más alta vulnerabilidad de nuestro tejido empresarial y quienes más apoyo necesitan para crecer y transformarse en sociedades.
En ese mismo registro, cuatro (4) de cada diez (10) empresas formales son personas jurídicas -sociedades-; un total de 902.820 sociedades existentes en toda Colombia.
De estas, 9 de cada 10 son microempresas, es decir, tienen menos de 10 trabajadores y menos de 308 millones de pesos en activos.
A su vez, las sociedades en el grupo ‘Gran empresa’, con más de 200 empleados y más de 18.500 millones en activos, no llegan a representar el 0,85 por ciento de las sociedades colombianas.
Según el mencionado registro, son 7.712 sociedades, y menos de 100 de ellas cotizan en la Bolsa de Valores de Colombia. Son las sociedades de las noticias económicas y las que más pesan en lo que abogan sus gremios empresariales.
En suma, de esos casi tres (3) millones de empresas formales que sostienen el empleo formal y generan la riqueza en el país, hay de manera creciente más personas naturales comerciantes que sociedades haciendo empresa, y 9 de cada 10 sociedades son microempresas.
Si a ese panorama agregamos que, según Confecámaras, la perdurabilidad promedio de esas empresas formales así caracterizadas es de 12,5 años - menos de la mitad del tiempo para que pase una empresa de una generación a otra-, lo que está viviendo Colombia, más que una desindustrialización, es una pauperización empresarial, un debilitamiento de su tejido empresarial, que es todavía peor.
Esta precariedad empresarial se corrige con renovadas dosis de política pública lideradas desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, acompañadas de una asociación público-privada para coordinar toda la gran institucionalidad pública existente para mejorar en Competitividad e Innovación, en internacionalización y acceso a mercados, en desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas -mipymes- y la gran empresa, y en transformación de sectores estratégicos para la economía, sean de manufactura, de servicios o del agro.
Esa institucionalidad, ya existente pero repotenciable con política pública, con capacidad escalable para fortalecer el débil tejido empresarial colombiano incluye, además del Ministerio de Comercio Industria y Turismo, otros sistemas nacionales, agencias y programas como las siguientes: el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación (SNCeI); la Comisión Nacional de Competitividad e Innovación; las Comisiones Regionales de Competitividad en los 32 departamentos; la Alta Consejería Presidencial para la Competitividad y Proyectos Estratégicos; el banco de desarrollo empresarial -Bancoldex- con iNNpulsa y el Programa de Transformación Productiva; Proexport; el Fondo Nacional de Garantías; los Consejos Superiores tanto de la Microempresa, como el de la Pequeña y Mediana Empresa; las redes regionales de emprendimiento presentes en todos los departamentos, entre otras.
Toda una institucionalidad que espera nuevas directrices y presupuesto, mas no una propuesta meramente burocrática, como sería crear un Ministerio de Industria.
Ahora bien, si llegase a prosperar la inconveniente idea de escindir del actual Ministerio de Comercio, Industria y Turismo un ministerio solo para los industriales de Colombia representados por la Andi, en equidad, lo que el Gobierno debería considerar es un verdadero Ministerio de Desarrollo Empresarial para ayudar, asesorar, asistir y proteger los intereses de las personas naturales comerciantes y mipymes de bienes y servicios, además de atender la competitividad del país y el fortalecimiento de la industria manufacturera y la gran empresa. Sería la verdadera respuesta a una propuesta de la Andi de empresarios de bienes y servicios, y no a una de solo industriales como la fue en el siglo XX.
Las mipymes y los comerciantes deberían ser el eje de la aplicación del huevito de la equidad en el tejido empresarial colombiano. Son la fuerza que impulsa nuestra economía emergente, su crecimiento económico, su innovación, el empleo y la integración social. Más que el industrial, estos sí merecerían, en equidad, un ministerio. No esperemos a que surja el movimiento de la dignidad del pequeño empresario formal para entenderlo.
Ricardo Duarte Duarte
Agosto 13 de 2014
Twitter: @DuarteDuarte
http://www.portafolio.co/opinion/coyuntura-equidad-el-tejido-empresarial
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